El Mercado de las Pulgas de Saint-Ouen

En aquel entonces, los concejales de París decidieron que los traperos y chamarileros ya no podrían trabajar sobre el territorio de la ciudad. Total atravesaron las últimas fortificaciones y se instalaron en los municipios limítrofes, a las puertas de la Capital.
En Saint-Ouen las exposiciones regulares de mercancías empezaron en 1880 pero la verdadera fecha de nacimiento del Mercado de las Pulgas es 1885.
Luego, el municipio de Saint-Ouen empieza a organizar el barrio y eso se concretriza de varias maneras: publican los primeros reglamentos de los mercados, adoquinan las calles principales y en algunas crean aceras. Pero todo eso tiene un precio y a partir de 1891 los comerciantes tienen que pagar una tasa para poder ejercer.

Al principio del siglo XX, varios periódicos publican reportajes sobre el mercado. Sugieren que en medio de este caos, algún coleccionista experto encontró piezas excepcionales. Entonces el sitio se puso de moda y empezó a atraer cada día más visitantes.

A partir de los años 1920 es cuando varios propetarios de terrenos crearon los primeros mercados: Vernaison, Malik y Biron.

Las Pulgas siguieron extendiéndose y en 1938 crearon el Mercado Jules Valles.

Ahora ocupan siete hectáreas, cuentan 2500 tiendas y si parecen soñolientas entre semana, acogen cada fín de semana más de 100.000 visitantes (Abren los sábados, domingos y lunes, de las 10 a las 18).

Era preciso protegir este lugar especial y en 2001 es cuando el Mercado de las Pulgas fue declarado "Zona de Protección del Patrimonio Arquitectural Urbano". Eso significa que cualquier transformación tendrá que respetar la identidad del sitio y limita los ataques de la especulación inmobiliaria.
Algunos puesteros dicen que el Mercado es una suerte de “museo comercial” porque tiene a la venta objetos de antaño y pueden contar la historia de aquello que venden. Son estudiosos y pueden dar detalles precisos acerca de cada pieza que tienen en sus puestos.

Es un ámbito de cultura, de expresión artística pero a la vez un centro comercial. Es un viaje en el túnel del tiempo porque tiene muchos objetos del siglo pasado conservados en perfecto estado o reciclados a nuevo
Este amplio galpón está subdividido en gran cantidad de puestos (alrededor de 150) atiborrados con todo tipo de mercancías. El lema de los puesteros es: “lo que estés buscando, nosotros lo tenemos”.

Tiene pasillos anchos para poder trasladarse sin problemas, sobre todo si compramos algún mueble de considerables dimensiones.

Entre los objetos que vamos a poder apreciar y comprar se destacan muebles de todo tipo y estilo (sillas, sillones, armarios, mesas de comer y mesas de luz, aparadores, arcones, etc.), lámparas y veladores, viejos electrodomésticos (televisores, radios, heladeras), vajilla, cristalería, platería, adornos, jarrones, espejos, esculturas, cuadros, espejos, carteles publicitarios, juguetes, instrumentos musicales, máquinas de escribir, máquinas de coser, bicicletas, diversos artículos de coleccionismo (fotos, postales, monedas, relojes, etc.) y todo aquello que creías perdido en el tiempo
Cuentan quienes conocen la historia de este mercado que su nombre se remonta a fines del siglo XVIII, cuando muchas personas recogían durante las noches los cachivaches y ropa que las familias de mayor poder adquisitivo desechaban porque ya no las necesitaban. Todo lo recolectado se vendía en un mercado, en puestos pequeños y como no eran tiempos en los que la higiene fuese primordial, no era de extrañar que los objetos llegaran con pulgas a la casa del comprador.

El predio actual ubicado en Dorrego y Álvarez Thomas, barrio de Palermo, está ocupado desde mediados del año pasado. Anteriormente, el mercado estaba ubicado en la clásica esquina de Niceto Vega y Dorrego.

El mercado remodelado es más amplio, con baños, galería de arte y todo se encuentra más organizado; cada puesto tiene un número y en varios pasillos hay carteles con un mapa del lugar para ubicarse. En cada puesto hay un teléfono y un nombre para ubicar al propietario o vendedor en cualquier momento. Los fines de semana son los días donde hay más pulgas (nombre de los puestos) y movimiento.

Para los que no pueden o no quieren comprar nada en el mercado, una buena idea es recorrerlo los fines de semana y sorprenderse con las cosas que comprar los demos y los usos que piensan darle a los objetos o muebles porque están usados y viejos, pero cada persona los imagina en distintos lugares y para distintos usos.

Para los puestos de antigüedades y restauración de muebles no se limitan sólo al mercado, que también los encontramos en los alrededores. El mercado, además, revitalizó y revalorizó la zona ya que, se instalaron varios bares y restaurantes y se construyeron edificios de departamentos y oficinas a los alrededores